Displasia de cadera
La displasia de cadera se define como la alteración en la relación anatómica que existe entre la cabeza del fémur y el acetábulo en la cadera infantil en desarrollo y cuyo espectro de variabilidad es tan amplio que puede presentarse desde una deficiente osificación del acetábulo (displasia acetabular), una cadera subluxada, luxable o con una franca inestabilidad y luxación articular, y que de no ser diagnosticada y tratada de forma oportuna evolucionará a un deterioro articular prematuro; condicionando dolor, limitación funcional y discapacidad.
¿Qué tan común es?
La displasia de cadera es considerada actualmente la patología congénita más frecuente al nacimiento. Presenta una incidencia de 1 a 50 casos por cada 1000 nacidos vivos a nivel mundial, y su amplia variabilidad diagnóstica es dependiente de manera casi exclusiva al método de tamizaje utilizado para su detección. Durante décadas, múltiples factores de riesgo han sido propuestos como los potenciales enlaces hacia el diagnóstico de la displasia de cadera. Entre ellos se le ha dado mayor importancia a la presentación pélvica durante el desarrollo fetal, el género femenino, embarazo gemelar, bebés producto de la primera gesta, así como una historia familiar con alto linaje para la displasia de cadera. Se ha observado que en países en vías de desarrollo en donde el tamizaje es realizado mediante exploración clínica con maniobras de Ortolani y Barlow (antiguamente consideradas como el Gold Standard diagnóstico) y tomando en consideración únicamente los factores de riesgo, la incidencia diagnóstica del padecimiento alcanza valores no mayores de 1 a 1.5 casos por cada 1000 nacidos vivos; mientras que en países económicamente desarrollados en donde el tamizaje es realizado de manera universal mediante ultrasonido de cadera con el método GRAF el valor diagnóstica es consecuencia de la pobre especificidad (2.8-5.9%) de las maniobras clínicas, así como de la baja asociación con los factores de riesgo que en últimas fechas ha sido demostrada, presentándose tan solo en el 12% a 30% de los pacientes con displasia.
A lo largo del tiempo, la evolución en la historia natural de la displasia de cadera carente
de tratamiento ha mostrado como desenlace un importante deterioro entre la cabeza
del fémur y el acetábulo, creando con ello limitaciones graves en la movilidad articular,
acompañada de dolor y generando un detrimento en la calidad de vida, así como un alto
impacto económico tanto personal como a nivel gubernamental. En años recientes se
ha logrado demostrar que en países en donde el tamizaje de cadera se realiza de manera
selectiva y tomando en cuenta únicamente los factores de riesgo asociados, la tasa de
procedimientos quirúrgicos se mantiene a razón de 16 casos por cada 1000 pacientes
explorados. Por otro lado, se ha observado que en países en donde se realiza el tamizaje
de cadera de manera universal mediante ultrasonido con el método Graf, como lo es
Alemania, Austria y Mongolia, la tasa de tratamientos quirúrgicos disminuye a un rango
por debajo de los 0.002 episodios por cada 1000 pacientes explorados y tamizados. Hoy
en día la Organización Mundial de la Salud estima que entre el 21 y 29 % de todos los
reemplazos articulares de cadera en pacientes menores de 50 años son consecuencia de
una displasia de cadera no diagnosticada oportunamente o tratada de manera tardía y
que en su gran mayoría podrían haber sido detectadas de haberse implementado un
adecuado protocolo de tamizaje. Por lo anterior, y tomando en consideración las
importantes consecuencias tanto en salud, así como en valor monetario global que esta
patología atañe, es imperativo el establecer un adecuado tamizaje neonatal mediante
la exploración clínica de todos los bebés en los primeros meses de vida, así como un
delicado y cuidadoso escrutinio por control mediante ultrasonido de la cadera con el
método Graf.
Propuesta para tamizaje de cadera mediante exploración clínica acompañada de estudio
de imagen para bebés en territorio mexicano. Algoritmo para la toma de decisiones.
1.- Bebés entre las 0 y 12 semanas de vida:
- Realizar Exploración clínica mediante maniobras de Ortolani y Barlow a todos los
bebés durante la primera semana de vida.
- En caso de presentar examen clínico positivo deberá realizarse ultrasonido de
cadera de forma inmediata y envío urgente al ortopedista pediatra. En caso de no contar con estudio de ultrasonido, se deberá realizar de manera imperativa
una radiografía anteroposterior de pelvis.
- En caso de presentar examen clínico negativo deberá realizarse ultrasonido de cadera entre la cuarta y sexta semana de vida o radiografía anteroposterior de pelvis entre la octava y la decimosegunda semana de vida sin importar el género
del bebé ni los factores de riesgo asociados.
- Los pacientes diagnosticados con displasia de cadera deberán ser referidos de forma urgente al servicio de ortopedia pediátrica para su tratamiento.
2.- Bebés mayores de 12 semanas de vida (diagnóstico tardío):
- En todos los bebés mayores de 12 semanas de vida y que no cuenten con
estudios previos, se les deberá realizar examen clínico y toma de radiografía
anteroposterior de pelvis de manera imperativa,sin importar el género del bebé
ni los factores de riesgo asociados
- Los pacientes diagnosticados con displasia del desarrollo de la cadera deberán
ser referidos de forma urgente al servicio de ortopedia pediátrica para su
tratamiento.
- Se considerará diagnóstico tardío a todo aquel paciente con displasia de cadera
detectada posterior a las 12 semanas de vida sin importar el método diagnóstico